“Queridos
hijos: Hoy los invito a todos a la oración. Abran profundamente la
puerta del corazón, hijos míos, a la oración, a la oración con el
corazón y entonces el Todopoderoso podrá obrar en vuestra libertad y
comenzará la conversión. La fe llegará a ser tan firme que podrán decir
con todo el corazón: ‘mi Dios, mi todo’. Comprenderán, hijos míos, que
aquí en la Tierra todo es pasajero. ¡Gracias por haber respondido a mi
llamada!”
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