“Queridos hijos, con amor materno y materna paciencia miro su continuo
deambular y su extravío. Por eso estoy con ustedes. Deseo sobre todo,
ayudarlos primeramente a encontrarse y a conocerse a ustedes
mismos, para que luego puedan conocer y admitir todo aquello que no les
permite conocer sinceramente, y con todo el corazón, el amor del Padre
Celestial. Hijos míos, el Padre se conoce por medio de la cruz. Por eso
no rechacen la cruz: con mi ayuda busquen comprenderla y
aceptarla. Cuando sean capaces de aceptar la cruz, comprenderán también
el amor del Padre Celestial; caminarán con Mi Hijo y conmigo; se
distinguirán de quienes no han conocido el amor del Padre Celestial, de
quienes lo escuchan pero no lo comprenden, no caminan con Él, ni lo han
conocido. Yo deseo que ustedes conozcan la verdad de Mi Hijo y sean mis
apóstoles; que como hijos de Dios, se coloquen por encima del
pensamiento humano, y siempre en todo, busquen de nuevo el pensamiento
de Dios. Hijos míos, oren y ayunen para que puedan comprender todo lo
que les pido. Oren por sus pastores y anhelen conocer, en comunión con
ellos, el amor del Padre Celestial. ¡Les agradezco!”
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