La
segunda parte del mensaje que los videntes transmiten desde Medjugorje
es la paz, que en realidad es un fruto de la conversión. Sin embargo,
cuántos somos los seres humanos que buscamos la paz sin saber que
tenemos necesidad de ‘conversión-vuelta a Dios’ para obtenerla, y la
buscamos en los lugares no solo más equivocados, sino también en los más
alejados precisamente de Dios.
Por eso, cuando uno se asoma a los mensajes de la Virgen María en
Medjugorje, se da cuenta de que lo que ella hace es una especie de
catequesis para la obtención de la paz. Pero no paz como esa especie de
ente o pensamiento intangible que se obtiene a través de buenas obras,
de manifestaciones multitudinarias, de conciertos de rock o de lemas y
discursos. No. Todo eso, siendo bueno, no proporciona la paz de la que
habla la Gospa y que ‘cambia’ a tantos peregrinos. La Virgen María habla
en Medjugorje de la paz interior, que es inicio de toda paz, que se
obtiene de Dios por medio de la oración y que necesita del perdón para
asentarse en nuestro interior.
Los mensajes de la Virgen María sobre la paz serían, tal vez, los más
numerosos, empezando por la advocación elegida por ella misma en
Medjugorje, Reina de la Paz:
“Son muchos los que han preguntado mi nombre: Yo soy la Reina de la Paz”. (6 de agosto de 1981).
Así pues, tenemos conversión, paz y oración. Otro mensaje importante
sería la fe, ya que sin ésta, sería casi imposible afrontar los
anteriores.
Cuando el peregrino se asoma al fenómeno Medjugorje y se interesa por
él, y ve este mensaje tan bonito de amor y de paz y de perdón, es
frecuente que le entren ganas de hacerlo vida en él, pero no es que no
parezca sencillo. Es que no lo es, y no importa en esto el ir a misa a
menudo o no haber pisado una iglesia desde antes de que llegara la
televisión en color y que el último cura al que saludaron fue al de la
Primera Comunión. La paz interior no se aprende, no se compra, no se
hereda y no se enseña: solo se recibe, a través de la oración.
Por eso, según explican los protagonistas de esta historia, se da el
hecho de la presencia estable y continua de María: para enseñarnos a
orar. Esto mismo lo explicaría un mensaje:
“Queridos hijos, hoy les ruego que recen el rosario con fe viva. Sólo
de esta manera puedo ayudarlos. ¡Oren! Yo no puedo ayudarlos porque ¡no
quieren moverse! Queridos hijos, yo los llamo a rezar el rosario. El
rosario debería ser vuestro compromiso, rezado con alegría. Así van a
comprender por qué los visito durante tanto tiempo. ¡Quiero enseñarles a
orar! ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!” (12 de junio de
1986, a través de Mirjana).
Dicho de otra manera, para llegar a ese conocimiento de Dios, y por
tanto, amar, no basta con querer hacerlo, sino que es necesaria una
practicidad, una serie de herramientas que la Virgen María ha puesto en
manos de los hombres a través de los videntes de Medjugorje. No son nada
nuevo, todo estaba ya inventado. Sin embargo, es cierto que son
elementos, ejercicios espirituales y Sacramentos, que muchos de
nosotros, tal vez demasiados, nos hemos ido dejando olvidados o perdidos
en alguna esquina de la vida.
Se trata de cinco elementos que resumen la práctica totalidad de sus
mensajes, y que quien fuera párroco de Medjugorje en 1981, fray Jozo
Zovko, definió en una de sus meditaciones como las Cinco Piedras de
Medjugorje: Oración, Eucaristía, Biblia, Ayuno y Confesión.
Jesús García. Autor del libro “Medjugorje”. (Ed. LibrosLibres)
22/03/2010
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