A
través de las apariciones he entendido que si deseamos trabajar para el
Señor, si queremos realmente dedicarle toda la vida, en el camino no
encontraremos otra cosa más que la Cruz. Solo la Cruz. Porque para el
Señor, trabajar para Él, significa estar dispuesto a cargar la Cruz con
Él.
La Paz es también la Cruz. Si el Señor ocupa el primer lugar en
nuestro corazón, todas las cruces que recibimos en la vida las cargamos
con paz.
Es así que pienso en la actitud, típica de los italianos, de siempre
preguntar ¿por qué?, ¿porque yo?, ¿por qué a mí? Cuando hablo con los
grupos de italianos no dejo de sorprenderme por el hecho de que por cada
cosa siempre se preguntan ¿por qué?
Cada vez que les cuento que nosotros nunca le preguntamos a la
Virgen: ¿por qué?, en el momento que Ella nos dice haz esto, o haz
aquello, Ella ciertamente sabe el porqué. ¿Quién soy yo para preguntarle
razones? Todo lo que Ella hace y pide es por nuestro bien. Una madre
pretende para sus hijos aquello que es bueno para ellos. Es así también
que, la Virgen, cuando pide ayuno a pan y agua los miércoles y los
viernes, no tenemos necesidad de preguntarle ¿por qué? o de tener dudas.
María se preocupa por nosotros hasta las lágrimas. Frente a los
misterios del mal, de la guerra, del terrorismo, de accidentes, de las
catástrofes naturales, de las muertes de inocentes, ustedes se
preguntan: ¿Dónde está Dios?
Esta no es una pregunta para hacerme a mí, en lo que a mí me
concierne cuando escucho que hubo un terremoto, o que se cayó un avión,
tomo el Rosario y rezo por las personas involucradas, para que el Señor
les de auxilio, también por las almas de quienes murieron, y les de
fuerzas para soportar la Cruz que han recibido. Nunca me pregunto el
porqué de esto o el porqué de aquello, para qué sirve, o por qué Dios lo
ha permitido. Tal vez es que nuestra forma de pensar es diferente a la
suya.
Inmediatamente después de la guerra (Bosnia, Herzegovina) la Iglesia
estaba llena de mujeres de luto que habían perdido a sus maridos y a sus
hijos pero a ninguna le vino a su mente pensar: ¿Señor porque has permitido esto? Dios es Amor, y esto es un hecho,
el mal no viene de Él, ésta es la consecuencia necesaria. Si Dios
permite la Cruz es quizás porque la debemos aceptar y cargarla con Amor,
así como el Señor lo ha hecho con la suya.
Si no reciben de las cruces pesadas mejor, pero si un día sucediera
lo contrario deberán pensar que serán capaces de cargarla. Recordemos
que el mal no viene de Dios y aceptemos aquello que Él quiere para
nosotros como un bien para nuestra vida.
Fuente: Medjugorje tutti i giorni
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