«También
esta noche, como todos los días después del encuentro con la Virgen, me
gustaría describir el encuentro de esta noche. Es muy difícil describir
el encuentro con la Virgen en palabras, es difícil encontrar las
palabras adecuadas para describir la belleza de la Virgen, es difícil
describir el encuentro con Ella, los sentimientos, las experiencias. En
particular, lo que es más difícil aún, es describir el amor de la Madre,
cuanto la Madre nos ama, cuanto desea ayudarnos, su perseverancia para
conducirnos a todos nosotros a Su Hijo. Por lo tanto, con estas palabras
que tengo, me gustaría contarles lo más importante del encuentro de
esta noche
Esta noche la Virgen vino a nosotros muy, muy contenta y feliz y, al principio, nos ha saludado a todos con su saludo materno: “Sea alabado Jesús, queridos hijos míos.” Luego
extendió sus manos sobre todos nosotros y oró por un tiempo prolongado
en su lengua aramea. Después oró particularmente por los enfermos aquí
presentes y por los sacerdotes. Entonces ella dijo:
“Queridos hijos, también hoy, con gran alegría, viendo a todos
ustedes con un corazón abierto y alegre, los invito a todos a orar por
la paz de manera responsable. Oren, queridos hijos, para que la paz
reine en el mundo, para que la paz reine en los corazones de los
hombres, en los corazones de mis hijos. Por eso sean mis portadores de
la paz en este mundo inquieto; sean mi signo vivo, un signo de paz allá
donde se encuentren con los hombres, en sus parroquias. Sean mi signo,
sean mi luz, mi espejo para los demás. Sepan, queridos hijos, que estoy
siempre con ustedes, que oro por todos ustedes y que intercedo por todos
ustedes ante Jesús, ante mi Hijo. Por eso perseveren en la oración.
Gracias por haber dicho sí, también hoy, a mi llamada.”
Después la Virgen ha bendecido con su bendición maternal todo lo que
ustedes han traído para la bendición. Después, los encomendé a todos
ustedes, todas sus necesidades, sus intenciones, sus familias. En
particular a los todos los enfermos y a todos los que se encomiendan de
modo particular en la oración. La Madre intercede por todos nosotros
ante Su Hijo. Luego la Virgen continuó orando sobre todos nosotros con
gran alegría, y en esta oración se marchó, se marchó en el signo
luminoso de la luz y de la cruz con su saludo: “Vayan en paz, queridos hijos míos”. Esto es lo más importante del encuentro de esta noche, un encuentro lleno de alegría. Gracias.»
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