La
Virgen propone a las familias que tengan en su hogar, un espacio
reservado a la oración, denominado, en la tradición cristiana: “altar familiar”.
En el centro del mismo, un Crucifijo y delante de él, la Biblia
abierta, a fin de estimular a todos a la lectura y la meditación.
También se puede incluir la imagen de la Virgen, agua bendita y el Santo
Rosario.
El altar familiar es un lugar privilegiado para el encuentro
de oración diario o semanal. En él se reza el Rosario y se medita la
Sagrada Escritura de acuerdo al calendario litúrgico. La Virgen hablando de la importancia de la meditación diaria de la Palabra de Dios dijo:
“¡Queridos hijos!: Les revelo un secreto espiritual: si
quieren estar más fuertes contra el mal, háganse una conciencia activa.
Para esto, oren mucho por la mañana y lean un texto del Evangelio.
Graben la Palabra divina en su corazón y vívanla durante la jornada,
sobre todo en las pruebas, y en la noche estarán más fuertes”. (3 de agosto de 1984)
La Madre de Dios espera también, que los padres enseñen a sus hijos a
leer y meditar la Biblia. Que oren con ellos y les den buenos consejos.
Advierte, además, que “la televisión es un peligro moral para las
familias”: “Por culpa de la televisión, muchos ya no saben orar. Sería muy bueno renunciar a la
televisión, porque después de haber visto los programas están
distraídos y no logran entrar en oración. Podéis renunciar al alcohol,
al cigarrillo y a otros placeres. Cada uno de vosotros sabe a qué puede
renunciar”. (8 de diciembre de 1981)
Cuando le abrimos el corazón a María es fácil renunciar a los
placeres y encontrar el tiempo para orar en familia. También el Papa ha
dicho: “La familia que reza unida, permanece unida”. El Santo Rosario,
por antigua tradición, es una oración que se presta particularmente para
reunir a la familia.
Contemplando a Jesús, cada uno de sus miembros recupera también la
capacidad de volverse a mirar a los ojos, para comunicar, solidarizarse,
perdonarse recíprocamente y comenzar de nuevo con un pacto de amor
renovado por el Espíritu de Dios. Muchos problemas de las
familias contemporáneas, especialmente en las sociedades económicamente
más desarrolladas, derivan de una creciente dificultad para comunicarse.
No se consigue estar juntos y a veces los raros momentos de reunión
quedan absorbidos por las imágenes de un televisor. Volver a rezar el
Rosario en familia significa introducir en la vida cotidiana otras
imágenes muy distintas, las del misterio que salva: la imagen del
Redentor, la imagen de su Madre santísima”. (Rosarium Virginis Mariae, 41)
La Biblia y el Rosario, pues, son medios apropiados para que la
familia cristiana recupere su vocación al amor y esté más abierta a la
voluntad de Dios. Ya Jesús había indicado: “Todo el que oiga estas
palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que
edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes,
soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no
cayó porque estaba cimentada sobre roca.” (Mt 7,24‐26)
La Virgen en Medjugorje recuerda que la Palabra de Dios y la oración son “roca” del hogar. En un mensaje dijo:
“¡Queridos hijos!: Escuchen: Yo deseo hablarles e invitarlos a
tener más fe y confianza en Dios que los ama sin medida. Hijos míos,
ustedes no saben vivir en la gracia de Dios. Por eso, nuevamente
los llamo a todos a llevar la Palabra de Dios en el corazón y en sus
pensamientos. Hijos míos: pongan la Biblia en un lugar visible en sus
familias; léanla y vívanla. Instruyan a sus hijos, porque si ustedes no
son ejemplo para ellos se encaminarán por el ateísmo. Reflexionen y
oren; entonces Dios nacerá en sus corazones y sus corazones
estarán alegres. ¡Gracias por haber respondido a mi llamada!” (25 de agosto de 1996)
Autor: Padre Francisco Verar
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