Orar
con el corazón es orarle a Dios en nuestros pensamientos y súplicas, en
nuestras preocupaciones y anhelos, ya sea a través de la oración formal
o en el lenguaje simple que nosotros comúnmente usamos, cuando nos
comunicamos con las personas en nuestra vida diaria. Esta oración,
idealmente es una efusión de nuestros corazones, desde el nivel más
profundo de nuestro ser interior.
Tal oración, cuando está enfocada en expresar la mayor sinceridad y
fe y se entremezcla con períodos de silencio, nos hace receptivos a
escuchar la respuesta de Dios. Entonces, Él viene a nosotros dulcemente,
con suave voz o pensamiento no llamado. él usualmente nos habla así.
¿Cómo tú sabes si estás orando con el corazón?
Tú sabes si estás orando con el corazón, cuando tú estás en paz con
Dios, en términos amistosos. Y tú no puedes sentir esta paz, si tú no
estás viviendo en paz con otros. Tu oración debe estar en el ambiente
limpio de la fe, esperanza y amor.
En una verdadera oración, hacemos aquellas cosas que dirigen nuestra
atención a Dios. La Santísima Virgen quiere que caminemos hacia Dios
elevando nuestras mente hacia Él.
Debemos también sentir hambre y sed de justicia recordando que,
“Felices con los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán
saciados” (Mt 5,6)
Este orar con el corazón individualmente, se enaltece en los grupos
de oración. En ese escenario, uno toma parte con otros al escuchar la
palabra de Dios, al cantar y al absorber los sonidos musicales nacidos
de la fe, esperanza y amor. “Fíjense con docilidad en la Palabra que fue
sembrada en ustedes, la cual es capaz de salvarlos. Hagan lo que dice
la Palabra, pues al ser solamente oyentes se engañarían a sí mismo” (St
1,21).
La Madre de nuestro Salvador nos ha recomendado que comencemos con
una oración todo lo que hagamos -en el trabajo, en las diversiones, en
los momentos de soledad, en los tiempos de alegría, en los tiempos de
tristeza-. Es simplemente hacer a Jesús nuestra prioridad, el punto
focal de nuestras vidas. Al ofrecerle al Señor todo lo que hacemos,
logramos una oración constante- oración con el corazón.
Autor: Padre Slavko Barbaric
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