"El cielo se está abriendo sobre la tierra continuamente desde 1981"
(Jakov Colo)
ESTO FUE LO QUE DESCUBRIERON, al igual que cualquier persona que viaja allí, los dos jóvenes periodistas españoles que viajaron a Medjugorje en el 2006 para investigar lo que allí acontecía .
"El director de su periódico les ha encomendado una misión un tanto misteriosa. Y ardua. Están ansiosos y con una gran curiosidad. Antes de partir recaban información aquí y allá, y hacen acopio de contactos. Tienen pocos datos. Algunas respuestas les desconciertan, otras aguzan todavía más sus ganas de estar sobre el terreno e investigar la situación. El tema es peliagudo y no quieren dejar cabos sueltos, o que les tachen de no ser objetivos. Son periodistas y deben informar con rigor y veracidad. De lo que ellos escriban -y de cómo lo escriban- depende la idea que se hagan otras muchas personas sobre algo que no es precisamente ninguna tontería. Son conscientes de su responsabilidad. Y, no sin nervios, emprenden el viaje.
"El director de su periódico les ha encomendado una misión un tanto misteriosa. Y ardua. Están ansiosos y con una gran curiosidad. Antes de partir recaban información aquí y allá, y hacen acopio de contactos. Tienen pocos datos. Algunas respuestas les desconciertan, otras aguzan todavía más sus ganas de estar sobre el terreno e investigar la situación. El tema es peliagudo y no quieren dejar cabos sueltos, o que les tachen de no ser objetivos. Son periodistas y deben informar con rigor y veracidad. De lo que ellos escriban -y de cómo lo escriban- depende la idea que se hagan otras muchas personas sobre algo que no es precisamente ninguna tontería. Son conscientes de su responsabilidad. Y, no sin nervios, emprenden el viaje.
Un viaje que tenía sus riesgos. Rafael Miner, el director del periódico semanal Alba, por fin se había decidido a dar el visto bueno a un reportaje que no dejaba de ser delicado. En la misma jerarquía de la Iglesia española no todos veían con buenos ojos -ni lo siguen viendo- lo que dicen que está sucediendo en Merjugorje, ese pequeño pueblo de Herzegovina, ahora desde luego ya no tan pequeño. Pero tampoco hacia falta irse a dicha jerarquía o moverse en las entretelas del estamento clerical. El hecho es que, como casi todo en la vida, había fervientes partidarios y escépticos no menos contundentes. De todas formas lo que más les llamó la atención es lo poco que se sabía en España sobre lo que allí sucedía. Algo que yo mismo me apresuro a corroborar. Ni siquiera en los ambientes más piadosos. – “¿Merjuqué?”.
¿Y qué es lo insólito de aquel lugar? ¿Qué hacía y hace de ese pueblo un acontecimiento singular, tan especial como para que millones de personas se gasten su dinero, se endeuden y acudan allí desde todos los rincones del mundo a rezar, o simplemente a esperar una caricia divina para una enfermedad o dolor o tristeza, o para dar algún sentido coherente a su vida? Pues nada menos que desde el 25 de junio de 1981 seis jóvenes -Mirjana, Marija, Ivanka, Vicka, Ivan y Jakov- comienzan a ver a la Virgen todos los días. Sí, han leído bien: la Virgen María, la Madre de Jesús de Nazareth. La Gospa (la Señora), como la llaman en su idioma croata. Los dos jóvenes periodistas no dan crédito a lo que ven y escuchan. Hay algo en el ambiente que les desarma y cautiva. Y comienzan a investigar, a realizar entrevistas, a imbuirse de todo lo que sucede. Pero llega un momento en que el reportaje es lo de menos, sin desdoro de su profesionalidad (bien palpable en lo que se publicó en Alba poco después). Es su propia vida la que está sobre el tapete. La necesidad de Dios. Porque eso es lo que ocurre en Medjugorje: el alma se siente profundamente necesitada de Dios. Sin componendas.
Jesús García (Madrid, 1977) era uno de los dos jóvenes periodistas. Su corazón sufrió un impacto de consideración. Llamémoslo conversión, o reconversión (como sucede de una manera o de otra a todos los que van allí). Fue cautivado por la alegría del amor de Dios -con expresión de C. S. Lewis- a través de la ternura de María. Aunque los dos jóvenes periodistas no se dieran cuenta por entonces, su viaje fue en realidad una peregrinación que no ha terminado todavía. Incluso Javier considera que su libro Medjugorje (Libroslibres, 270 págs., 2009) es parte de esa peregrinación. Y escribe, con aguda clarividencia: “no hace falta ni querer ni saber rezar, ni creer que se deba saber, ni creer que se tenga que hacer. Lo mejor es dejar atrás prejuicios y olvidarse de que uno, en materia espiritual, se las sabe todas o más, o de que no se sabe ninguna. (… ) No es necesario tener fe, ni cultura religiosa, ni interés por lo espiritual. Tan sólo hace falta ponerse en camino y dejarse llevar”.
Este libro llena una laguna, y ya nadie en España, o que se exprese en español, podrá aducir ignorancia sobre un hecho tan trascendental para la historia de la Humanidad. Es evidente que la Iglesia guarda prudencia. Es su deber. Pero también es un hecho que Medjugorje es un centro espiritual de primer orden y que Juan Pablo II así lo veía. Todo esto y mucho más está en este libro de Jesús García.
Desde los inicios, pasando por los protagonistas, entrevistas, dictámenes, documentos, anécdotas, lágrimas, conversiones… Y el mensaje de la Gospa sobre la necesidad de cambiar, de orar, de dar testimonio cristiano; sirviéndonos de lo que el padre Jozo (párroco de Medjugorje cuando empezaron las apariciones) llama “las cinco piedras”: oración, rosario, Eucaristía, lectura y meditación de la Biblia -”en la Biblia están todas las respuestas que buscáis”- , ayuno y confesión. Todo ello como camino de santidad en lo cotidiano. Abrazándonos a la realidad de cada día. El autor va narrando todo ello con una prosa límpida, sencilla y eficaz; escrito como un sagaz y magnífico reportaje espiritual, y por lo tanto humano. En fin, saber apreciar “lo extraordinario de lo ordinario”. Por eso leer este libro puede resultar el comienzo de muchas cosas. Tal vez el inicio de la personal peregrinación para cualquier tipo de lector. Y lo escribo bien: para cualquiera. Aunque piense que estas páginas no tienen nada que ver con él.
Después de Lourdes y Fátima, Medjugorje es el “tercer gran movimiento” de la Misericordia divina para el hombre moderno. (Son muchos los que han preguntado mi nombre: Yo soy la Reina de la Paz). Forma un todo, una armonía que nos viene dada a través de la Madre de Dios: de María. Es consuelo y advertencia, es cariño y profecía. Un cable que nos echa el Cielo. Es refugio maternal, esperanza, llamada y toma de conciencia de la realidad sobrenatural que somos. ¿Y todo para qué? Para que haya paz en las almas y por lo tanto en el mundo. “Una paz interior, origen de toda paz, que no se produce ni se alcanza por medios humanos, porque viene sólo de Dios”, escribe el autor del libro. Por más que nos empeñemos en lo contrario. O en la medianía y su consiguiente tibieza.
El mensaje de Medjugorje no se puede ignorar por más tiempo.
Tomado de:
http://blogs.cope.es/miescritorio/2009/05/05/“medjugorje”-de-jesus-garcia/#comment-1574
¿Y qué es lo insólito de aquel lugar? ¿Qué hacía y hace de ese pueblo un acontecimiento singular, tan especial como para que millones de personas se gasten su dinero, se endeuden y acudan allí desde todos los rincones del mundo a rezar, o simplemente a esperar una caricia divina para una enfermedad o dolor o tristeza, o para dar algún sentido coherente a su vida? Pues nada menos que desde el 25 de junio de 1981 seis jóvenes -Mirjana, Marija, Ivanka, Vicka, Ivan y Jakov- comienzan a ver a la Virgen todos los días. Sí, han leído bien: la Virgen María, la Madre de Jesús de Nazareth. La Gospa (la Señora), como la llaman en su idioma croata. Los dos jóvenes periodistas no dan crédito a lo que ven y escuchan. Hay algo en el ambiente que les desarma y cautiva. Y comienzan a investigar, a realizar entrevistas, a imbuirse de todo lo que sucede. Pero llega un momento en que el reportaje es lo de menos, sin desdoro de su profesionalidad (bien palpable en lo que se publicó en Alba poco después). Es su propia vida la que está sobre el tapete. La necesidad de Dios. Porque eso es lo que ocurre en Medjugorje: el alma se siente profundamente necesitada de Dios. Sin componendas.
Jesús García (Madrid, 1977) era uno de los dos jóvenes periodistas. Su corazón sufrió un impacto de consideración. Llamémoslo conversión, o reconversión (como sucede de una manera o de otra a todos los que van allí). Fue cautivado por la alegría del amor de Dios -con expresión de C. S. Lewis- a través de la ternura de María. Aunque los dos jóvenes periodistas no se dieran cuenta por entonces, su viaje fue en realidad una peregrinación que no ha terminado todavía. Incluso Javier considera que su libro Medjugorje (Libroslibres, 270 págs., 2009) es parte de esa peregrinación. Y escribe, con aguda clarividencia: “no hace falta ni querer ni saber rezar, ni creer que se deba saber, ni creer que se tenga que hacer. Lo mejor es dejar atrás prejuicios y olvidarse de que uno, en materia espiritual, se las sabe todas o más, o de que no se sabe ninguna. (… ) No es necesario tener fe, ni cultura religiosa, ni interés por lo espiritual. Tan sólo hace falta ponerse en camino y dejarse llevar”.
Este libro llena una laguna, y ya nadie en España, o que se exprese en español, podrá aducir ignorancia sobre un hecho tan trascendental para la historia de la Humanidad. Es evidente que la Iglesia guarda prudencia. Es su deber. Pero también es un hecho que Medjugorje es un centro espiritual de primer orden y que Juan Pablo II así lo veía. Todo esto y mucho más está en este libro de Jesús García.
Desde los inicios, pasando por los protagonistas, entrevistas, dictámenes, documentos, anécdotas, lágrimas, conversiones… Y el mensaje de la Gospa sobre la necesidad de cambiar, de orar, de dar testimonio cristiano; sirviéndonos de lo que el padre Jozo (párroco de Medjugorje cuando empezaron las apariciones) llama “las cinco piedras”: oración, rosario, Eucaristía, lectura y meditación de la Biblia -”en la Biblia están todas las respuestas que buscáis”- , ayuno y confesión. Todo ello como camino de santidad en lo cotidiano. Abrazándonos a la realidad de cada día. El autor va narrando todo ello con una prosa límpida, sencilla y eficaz; escrito como un sagaz y magnífico reportaje espiritual, y por lo tanto humano. En fin, saber apreciar “lo extraordinario de lo ordinario”. Por eso leer este libro puede resultar el comienzo de muchas cosas. Tal vez el inicio de la personal peregrinación para cualquier tipo de lector. Y lo escribo bien: para cualquiera. Aunque piense que estas páginas no tienen nada que ver con él.
Después de Lourdes y Fátima, Medjugorje es el “tercer gran movimiento” de la Misericordia divina para el hombre moderno. (Son muchos los que han preguntado mi nombre: Yo soy la Reina de la Paz). Forma un todo, una armonía que nos viene dada a través de la Madre de Dios: de María. Es consuelo y advertencia, es cariño y profecía. Un cable que nos echa el Cielo. Es refugio maternal, esperanza, llamada y toma de conciencia de la realidad sobrenatural que somos. ¿Y todo para qué? Para que haya paz en las almas y por lo tanto en el mundo. “Una paz interior, origen de toda paz, que no se produce ni se alcanza por medios humanos, porque viene sólo de Dios”, escribe el autor del libro. Por más que nos empeñemos en lo contrario. O en la medianía y su consiguiente tibieza.
El mensaje de Medjugorje no se puede ignorar por más tiempo.
Tomado de:
http://blogs.cope.es/miescritorio/2009/05/05/“medjugorje”-de-jesus-garcia/#comment-1574
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