martes, 7 de febrero de 2012

¿POR QUÉ AYUNAR?

Hoy en Misa el sacerdote nos ha invitado a los feligreses de la parroquia a hacer este viernes día de ayuno voluntario y de oración por el hambre en el mundo. 

Actualmente se habla MUY POCO de ayuno en nuestra sociedad...y  al igual que no se habla de ayuno, tampoco se habla de sacrificio, ni de mortificación, ni de negación, ni de entrega... a pesar de que el AMOR es justo todo esto. Esto me hace pensar que esta sea una de las razones por las que existen cada vez más matrimonios rotos, más familias enfrentadas, más conflictos entre las personas y naciones... justo porque estas palabras tan importantes en la vida del hombre están desapareciendo de nuestro vocabulario, y  lo peor de todo, de nuestras vidas. Parece que en el mundo en el que vivimos actualmente solo se puede hablar de deseos, apetencias, gustos, caprichos... y así es como están siendo educados la mayoría de los niños, en tener lo que ellos desean sin esfuerzo, sin espera, de manera inmediata, están siendo inmersos en el puro egoísmo, en un absoluto individualismo en el que cada uno mira por él y solo por él, y en esta concepción del mundo y del hombre no existe la posibilidad de amar de manera verdadera y desinteresada, ya que el verdadero AMOR no existe sin renuncia, sin negarse a uno mismo, sin sacrificio o sin generosidad

Es por ello que en esta concepción hedonista del mundo, la mayoría de personas nos tomarían por locos y fanáticos  si les dijéramos que ayunamos dos días por semana a pan y agua, como nos recomienda la Virgen en Medjugorje, pero hemos de pensar que el primero que nos enseñó a ayunar fue el mismo Jesucristo cuando se apartó al desierto 40 días y allí ayuno y oró. También el ayuno formaba parte de la vida de los primeros cristianos, pero poco a poco esta práctica se ha ido relegando a la vida religiosa y parece que fuera de los conventos esta palabra deje de existir y no es así. Todos somos cristianos, estemos en un convento, de misioneros o cumpliendo nuestro deber en medio del mundo, TODOS estamos llamados a la SANTIDAD y a vivir plenamente nuestra condición de Hijos de Dios. 

El ayuno sin lugar a dudas es beneficioso para nosotros y para la Iglesia, por medio de él salimos de nosotros mismos, ganamos en obediencia y humildad al cumplir lo que la Gospa nos pide, y con él recibimos muchas Gracias y Bendiciones.

En reiterados mensajes María Reina de la Paz nos pide que ayunemos: 

-"Quien reza no teme al futuro y quien ayuna no teme al maligno"
-"Únicamente con la oración y el ayuno pueden también detenerse las guerras"
-"La mejor forma de ayunar es a pan y agua..."
-"Deseo animaros para que continuéis viviendo el ayuno con un corazón abierto. Hijitos, con el ayuno y la renuncia, seréis más fuertes en la fe..." 
- Y un largo etc.

No olvidemos que vivir las 5 piedras que nos da la Virgen en Medjugorje es un tema de obediencia y de libertad personal, pero también una Gracia y Don del Espíritu Santo que podemos pedir.

A continuación un comentario del padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, sobre el ayuno.

"El ayuno se ha convertido en una práctica ambigua. En la antigüedad no se conocía más que el ayuno religioso; hoy existe el ayuno político y social (¡huelgas de hambre!), un ayuno saludable o ideológico (vegetarianos), un ayuno patológico (anorexia), un ayuno estético (para mantener la línea). Existe sobre todo un ayuno impuesto por la necesidad: el de losmillones de seres humanos que carecen de lo mínimo indispensable y mueren de hambre.

Por sí mismos, estos ayunos nada tienen que ver con razones religiosas y ascéticas. En el ayuno estético incluso a veces (no siempre) se «mortifica» el vicio de la gula sólo por obedecer a otro vicio capital, el de la soberbia o de la vanidad.

Es importante por ello intentar descubrir la genuina enseñanza bíblica sobre el ayuno. En la Biblia encontramos, respecto al ayuno, la actitud del «sí, pero», de la aprobación y de la reserva crítica. El ayuno, por sí, es algo bueno y recomendable; traduce algunas actitudes religiosas fundamentales: reverencia ante Dios, reconocimiento de los propios pecados, resistencia a los deseos de la carne, solicitud y solidaridad hacia los pobres... Como todas las cosas humanas, sin embargo, puede decaer en «presunción de la carne». Basta con pensar en la palabra del fariseo en el templo: «Ayuno dos veces por semana» (Lucas, 18, 12).

Si Jesús nos hablara a los discípulos de hoy, ¿sobre qué insistiría más? ¿Sobre el «sí» o sobre el «pero»? Somos muy sensibles actualmente a las razones del «pero» y de la reserva crítica. Advertimos como más importante la necesidad de «partir el pan con el hambriento y vestir al desnudo»; tenemos justamente vergüenza de llamar al nuestro un «ayuno», cuando lo que sería para nosotros el colmo de la austeridad –estar a pan y agua- para millones de personas sería ya un lujo extraordinario, sobre todo si se trata de pan fresco y agua limpia.

Lo que debemos descubrir son en cambio las razones del «sí». La pegunta del Evangelio podría resonar, en nuestros días, de otra manera: «¿por qué los discípulos de Buda y de Mahoma ayunan y tus discípulos no ayunan?» (es archisabido con cuánta seriedad los musulmanes observan su Ramadán).

Vivimos en una cultura dominada por el materialismo y por un consumismo a ultranza. El ayuno nos ayuda a no dejarnos reducir a puros «consumidores»; nos ayuda a adquirir el precioso «fruto del Espíritu», que es «el dominio de sí», nos predispone al encuentro con Dios que es espíritu, y nos hace más atentos a las necesidades de los pobres.

Pero no debemos olvidar que existen formas alternativas al ayuno y a la abstinencia de alimentos. Podemos practicar el ayuno del tabaco, del alcohol y bebidas de alta graduación (que no sólo al alma: también beneficia al cuerpo), un ayuno de las imágenes violentas y sexuales que televisión, espectáculos, revistas e Internet nos echan encima a diario. Igualmente esta especie de «demonios» modernos no se vencen más que «con el ayuno y la oración». "


Comentario del padre Raniero Cantalamessa –predicador de la Casa Pontificia– a las lecturas de la liturgia de la Misa del domingo anterior al miércoles de Ceniza, inicio del tiempo de Cuaresma en la Iglesia. VIII Domingo del Tiempo ordinario B (Oseas 2,14b.15b19-20; 2 Corintios 3, 1b-6; Marcos 2, 18-22).


P. Raniero Cantalamessa, OFM Cap

Fuente: fluvium.org

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